10/17/2006


Misión Personal Integral 1


La misión de una organización de cualquier tipo es la razón de “ser”, aquello para lo cual existe. Es la respuesta a la pregunta: ¿para qué estamos en el mercado? Refleja la esencia de aquello que una organización es. Y es la guía en torno a la cual se establecen los objetivos estratégicos, y la visión. Existe una autoridad mayor, el dueño, o a veces un grupo de accionistas, el directorio, que hace esa declaración y vela porque el rumbo no se desvíe.
Una misión personal es, de similar manera, una declaración de “mi” razón de “Ser” ¿Y quién tiene la mayor autoridad para declarar “mi” misión personal? ¿Aquello por lo cual existo y me muevo en la vida? Pareciera que la respuesta es obvia.
El corazón de la declaración de esa misión está inserto en todos los aspectos esenciales de nuestro ser. Mi misión personal o mi razón de ser hace eco con ”mis” valores más profundos, con lo que “me” interesa, con “mis” talentos, con “mi” interpretación del mundo. Y al mismo no se limita exclusivamente a mí, como individuo.
Nacemos ya insertos en un mundo con valores y creencias culturales que nos preceden. Existen personas que actúan y piensan de manera similar o diferente, y que tienen sus propios valores y creencias. Existen sistemas y organizaciones políticas y sociales en las cuales mi vida se va desenvolviendo. No es posible entonces que “mi” razón de ser. Aquello que yo declare como Misión Personal pueda dejar fuera todo el entorno en el cual existo.
Es inevitable que mi misión integre tanto los aspectos esenciales propios de mi ser: Mente, Cuerpo, Alma y Espíritu como los de aquellos con quienes comparto la existencia: mi familia, mi comunidad, mi país, mi planeta, el universo.
Una misión personal integral es aquella que, tomando en cuenta el espectro integro de mí ser, está también al servicio de aquello que colaborará con la misión de otros. Está al servicio de alguna necesidad de otros seres como yo.

Se trata de “Mi”, y de “nosotros” y de “nosotros con otros y con todo.”

Tener una misión y estar conectada con ella es como tener una Estrella Polar que guía el rumbo de mi navegación. Puedo tomar una ruta más larga o más corta, desviarme porque elijo explorar algo o porque me he dejado tentar por los cantos de las sirenas. Sin embargo si mantengo la vista y la atención en la luz de esa estrella polar mantengo el rumbo de mi existencia. De mi misión personal. De mi razón de ser.
¿Cómo se si estoy siguiendo el rumbo? Mis aspectos esenciales son los instrumentos de navegación más certeros. Mi cuerpo, mi mente, mi alma y mi espíritu.
Cuando me estoy alejando de mi misión, cuando por algún motivo se me pierde la estrella polar, mi cuerpo da señales claras, diciendo “NO” a través de diversos síntomas, hay un cansancio que no puedo explicar, tiene ganas de salir arrancando de alguna reunión, mi estómago no funciona. Mi mente se confunde, mis pensamientos son dispersos, me cuesta aprender y mantenerme concentrada. Mi alma se acongoja, entrampándose en emociones y sentimientos que se rehúsa a acoger, Y mi espíritu experimenta la soledad, la ilusión de separación y aislamiento de todo y de todos comienza a aparecer.
Cuando estoy en el rumbo adecuado, mi cuerpo dice “Sí” de variadas maneras; está lleno de energía, el pelo brilla, duerme bien, no le duele nada mientras se mantiene en acción. Mi mente bulle con ideas creativas, aprende rápido nuevos conceptos y accede a nuevos mundos de entendimiento, dispuesta a replantear sus pensamientos una y otra vez. Mi alma se aligera y las emociones fluyen sin resistencia, en amor y compasión conmigo y con otros, y vivo en la certeza de que el universo, el espíritu o algo mucho más grande que yo se alinea para colaborar en la manifestación de mi misión personal. Ocurren sucesos inesperados, encuentros con las personas justas para continuar el camino. Aparecen ofertas y posibilidades que no había siquiera imaginado.

Aprender a estar conectados con nuestros aspectos esenciales es una práctica constante de vida que nos permite permanecer en nuestro centro y caminar, volar o navegar con nuestra misión como guía.