Frente a la crisis mundial he observado diferentes actitudes en los distintos medios de comunicación, en otras personas y en mí, por supuesto. He visto cautela, negación, depresión, optimismo, pánico, entre varias otras. Cada uno puede elegir la actitud que le provea de mayor bien-estar.
Yo propongo elegir la actitud de Gratitud.
Gratitud por toda la historia del Universo y en especial por este planeta Tierra que nos ha permitido vivir en su vientre y alimentarnos de ella. Gratitud por los que sobrevivieron y se adaptaron a los cambios que han hecho posible la vida hoy; por las estrellas, las galaxias, los minerales, bacterias, plantas, los monos y primeros humanos.
Gratitud por todas aquellas personas que, con sus talentos particulares, han hecho posible que la especie humana se despliegue y continúe evolucionando hasta ser lo que hoy somos. Gracias por los que hicieron el fuego por primera vez, por los que inventaron la rueda, el lenguaje, la imprenta.
Gratitud por los estudiosos, los inquietos, los filósofos, los científicos, los poetas, los músicos, los místicos, que no cejaron en sus intentos por indagar, crear y expresar, su versión de lo divino y sagrado de la vida. Por los que construyeron los grandes monumentos que preservan parte de nuestro pasado.
Gratitud por los que con su trabajo cotidiano facilitan la posibilidad de acceder a las cosas más “obvias”. Gratitud por aquello en lo que nos hemos transformado; como individuos, parte de una especie que ha desarrollado múltiples inteligencias para sobrevivir a los cambios de las condiciones de vida que nosotros mismos hemos provocado. Gratitud por la complejidad creciente que nos impulsa y nos obliga a seguir desplegándonos y evolucionando.
Gratitud por la capacidad de desarrollar nuevas visiones de vida frente a los cambios de condiciones de vida.
Gratitud por todas las personas más cercanas, a lo largo de la historia personal; por esa vecina que me enseñó a comunicarme con los animales; por la amiga de la infancia que me enseñó que, incluso en medio del dolor y el sufrimiento, se puede vivir con alegría; por la profesora que me inspiró a gozar del aprendizaje y también por aquella que me hizo la vida difícil.
Gratitud por ese libro que apareció justo en el momento apropiado. Por los padres que me criaron con todo el amor del que eran capaces. Por los hijos que me han sido regalados. Por los amores y desamores a lo largo de la vida.
Por las grandezas y por las pequeñeces que he protagonizado. Gratitud por abrir los ojos cada mañana y respirar la vida una vez más. Gratitud por cada ser humano, o no, con que me ha tocado convivir, unos minutos, una hora o varios años, pero que me ha conmovido el alma y entibiado el corazón.