El mundo está revuelto y el temor ronda las vidas de muchos en estos días. El hambre y la sed del alma aumentan en momentos de desafío. Son momentos en que aquello que, “de verdad”, nos importa aparece con más fuerza, aunque a veces no es tan obvio a primera vista.
“La existencia Humana ocurre en el espacio relacional de la conversación” dice Humberto Maturana.
Existimos en muchos tipos de conversaciones, en el trabajo, en la casa, en la calle, en la familia, con la almohada. Ninguna conversación es irrelevante en nuestras vidas. Algunas son operativas o funcionales; otras necesarias para la coordinación con otros, algunas son de vital importancia para nuestros proyectos y hay algunas, aparentemente, inútiles. Sin embargo, cada una de ellas nos “toca” de diferente manera.
En el arte de conversar se va conformando la existencia y se van creando realidades; cada uno aporta sus visiones y perspectivas; cada cual desde la emoción o el ánimo de ese momento; y la transformación ocurre. Nunca somos los mismos después de una conversación con alguien. Conversar es crear con otros a partir de las infinitas posibilidades a la mano. Si queremos nuevas soluciones, necesitamos nuevos tipos de pensamientos y estos surgirán de compartir muchos espacios de relaciones con otros; muchas conversaciones.
Cuando hablamos desde la verdad de nuestras almas y escuchamos a otros hablar desde las suyas, de sus pasiones y sus historias y dejamos que éstas nos muevan, experimentamos la existencia misma, la vida en su constante transformación. Cuando somos conscientes de lo que las conversaciones nos producen; somos más concientes de nuestras vidas.
Los seres humanos somos sistemas vivos insertos en un gran sistema vivo (La Tierra) dentro de un gran sistema mayor (El Universo) y hemos creado sistemas y subsistemas que entrelazados influyen todos en todos. Estamos, nos demos cuenta o no, involucrados en todo. Todo lo que hacemos afecta todo. Por lo tanto juntos podemos ser más sabios y creativos que solos.
Conversar acerca de lo que nos importa, respetando las visiones particulares, sin intentar imponer a ninguno lo que creemos que es verdadero o importante, abre posibilidades insospechadas. No tenemos control de lo que sucede, ni de las posibilidades que surgirán pero si sé, por experiencia, que las posibilidades siempre responden a nuestras acciones, a nuestras creencias y al cuidado que ponemos en lo que hacemos.
Los invito a practicar el arte de conversar e ir creando la existencia humana que anhelamos.
Los invito a que tengan conversaciones derivadas de preguntas tales como: ¿Qué es lo que me importa en la vida? ¿Para qué estoy haciendo lo que hago? ¿Hacia donde voy y qué quiero elegir? ¿De qué manera lo que hago y la manera en que lo hago afecta a otros? ¿Es posible hacer lo que hago de manera diferente? ¿Qué es lo que me importa, en este momento en la vida realmente?
La alegría que resulta de abordar estas conversaciones, eleva el espíritu contribuye a estar bien, al mismo tiempo a encontrar posibilidades de soluciones y respuestas para ocuparnos de aquello que nos tiene pre-ocupados.
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